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El Boliche de Bessonart, bar histórico de San Antonio de Areco

El Boliche de Bessonart tiene más de 200 años. De perfil inclinado como la Torre de Pisa - desde afuera puede verse la curvatura de la pared -, su revoque de época, su techo original y sus dos salones resisten el paso del tiempo.

Ginebra, caña, vino de damajuana o cerveza de litro. Como a principios de siglo, parroquianos y también turistas, llegan desde la mañana para clavarse un trago y seguir con el trajín diario, que puede ser campero y exigido, o el de ver pasar la vida frente a un mostrador o una mesa con amigos de siempre. Sólo unos pocos toman café.

El Boliche de Bessonart resiste con toda la escenografía intacta de paisanos acodados en la barra frente a estanterías de época con botellas prehistóricas y heladeras de madera ¡qué andan!

Según el horario llegan parroquianos o familias a comer la picada criolla con queso de campo, salame y jamón crudo, o las empanadas. El Fernet con Pepsi es distintivo, casi una marca registrada. Se sirve más de la mitad de la gaseosa de botella de vidrio en el vaso de trago largo y el resto de ésta se rellena con Fernet que tiene que ser Branca. Entonces se mezcla el líquido de la botella y se sirve un poco del cóctel. Y después otro. “Al final son casi dos vasos”, se ufana Augusto Bessonart, el dueño del lugar.

Por la tarde, los turistas toman mate cocido con pastelitos o alfajores de la chocolatería arequense La Olla de Cobre; los fines de semana por la noche llegan los jóvenes. Lugar de culto, nadie que pase por Areco puede dejar de conocer lo de Bessonart, donde Augusto y su hermana atienden con calidez y hospitalidad sincera. ¡En los días de desfile, los gauchos llegan a caballo para tomar una copa!


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